Hmmm que dispersa estoy del mundo blog.
Hace mucho que no escribo un post, los que he publicado últimamente llevan escritos tiempo (los que escribe Jorge-Pecenete también)
Estoy muy vaga y con la imaginación aletargada, o quizás sólo sea pereza y nada que ver con aletargamiento mental.
Me he dado cuenta de que me gusta escribir jugando con los tiempos presente y pasado, es decir, escribo en el presente cosas del pasado, me gusta "novelar", contar historias sobre lugares, momentos, ciudades... con perspectiva y distancia.
Me apetece mucho contar cositas sobre las ciudades y experiencias vividas en estos últimos días, la cosa es que escribo y escribo y me sale pura neutralidad, momentos presentes objetivos, tan poco atrayentes para mi que me aburro soberanamente. A ver si consigo mi propio entretenimiento en este post sobre un hotelito de cuento: Villa Soro
Quizás contar un cuento sea un buen comienzo.
Érase una vez una reina caprichosa y su apuesto, valiente y complaciente marido, el rey Pecenete.
A la reina, Miss A, de mente dispersa y antojo fácil, se le ocurrió no hace mucho tiempo y en medio de una pertinaz época de lluvia, ir a pasar sus días de asueto al bello y lluvioso País del Norte o Vasconia.
El rey, generoso e inteligente a partes iguales, trató de disuadir a la reina con bonitas ofertas de paisajes playeros, sol, hamacas, bellos efebos surfistas de cabello ondeante y mesas repletas de manjares frescos y brebajes de colores y chispeantes burbujas... La reina, muy petarda, empeñada en la bella Vasconia, des-oyó (las licencias narrativas quedan permitidas desde ahora...) los consejos del paciente rey y allá se fueron, carretera, manta y paraguas, obnubilada como estaba por sus deseos de ver las más bellas creaciones de cristales hechas por su gran amiga, la Condesa de MatxiGlass, de la vecina Bilbao (objeto de otra narración más acorde con el tono necesario, no obstante, obnubilaos también AQUÍ con los cristales de MatxiGlass Design)
Después de días de lluvia, lluvia y lluvia, comida deliciosa, paseos, amigos y gatos (serán motivo de otros post o cuentos) nuestros monarcas sin corona favoritos, dieron con un castillo a su medida: Villa Soro, en la capital del reino vascuence del norte.
El hotel, un pequeño capricho montado por los hijos de la marquesa Gaytán de Ayala con exquisitas piezas del Exin Castillo, es declarada por méritos propios, como Patrimonio Histórico de la noble ciudad de San Sebastián.
Sin duda, un coqueto rincón para que nuestros amigos se refugien de tanta lluvia.
El rey y la reina son recibidos por una amable mozalbeta que les da la bienvenida con educada sobriedad, un mozalbete de edad avanzada... les conduce a sus aposentos mientras explica que tienen a su disposición los salones del castillito, las terrazas, el pequeño jardín y que, por supuesto, pueden tomar su desayuno en la habitación a la hora que deseen y con las viandas elegidas. También les hace saber que a las 20:00 horas, un pequeño ágape, cortesía de la familia, les será servido en el salón de la chimenea: frutos de ibérico y champagne helado. La reina no se puede poner más contenta...
Después de un breve paso por la habitación, nuestra parejita se fue a dar un paseo por la bella ciudad disfrutando de una oportuna tregua en el tiempo.
-"¡Cuánta belleza por metro cuadrado!" decía la reina.
-"Sí, querida", respondía amable el rey, "no sé porqué venimos tan poco por estos lares. Que buena idea tuviste al hacerme ver que, en nuestra lucha contra el gran enemigo solar, este país, Vasconia, es el mejor aliado... Gracias por tu inteligente y brillante idea, mi reina Miss A"
-"De nada, querido Pecenete, encantada de abrirte los ojos" respondió la reina sencilla y sin atisbo de soberbia...
Charla va charla viene, los reyes se dieron un largo paseo enamorándose de todo lo que veían por el bello país vasco: arboledas, paseos, barrios pintorescos llenos de tasquitas apetecibles... gente buena y encantadora que indicaban los mejores sitios para visitar y una gran playa dorada vacía digna de ser robada... La Concha...
Y como toda buena Concha, la Perla más preciada: Villa Soro, quizás uno de los castillos saboreados con más gusto por nuestra pareja de monarcas tan dados a los placeres más exquisitos en su Dolce Far Niente común.
Y tras el paseo y una cena de pintxos de los de engordar cuerpo y alma, el reposo
La habitación/aposentos no desmerecía nada nada de todo el conjunto "castellalicio". Amplia, cómoda, con la temperatura perfecta y el silencio deseado para el descanso y el relax de la neurona (justo ahí comenzó mi pereza mental hace ya unas semanas y aún sigue...)
La suavidad de la cama era tal que a la reina se le erizaba su delicada piel de la emoción.
De sueño ligero y fácil alteración era la reina, y esta cama, a prueba de guisantes de Andersen, hizo que descansara de tal manera que por las mañanas despertara a una hora prudente y con buen talante para tomar el delicioso desayuno que cada día subían a la hora convenida, ni un minuto antes ni un minuto después.
Humeante chocolate, cesta de panes y bollitos calientes, un surtido de mermeladas caseras, mantequilla en su punto perfecto para untar, zumo de naranja casero, una bandeja de frutas, yogurth y cereales... No, la reina no se tomaba todo eso, pero todo eso era el llamado desayuno Villa Soro a elección de la madrugadora Miss A (el rey consorte bajaba a desayunar al jardín y tras su carrera matutina explorando el país vascuence, se terminaba todo lo que el apetito mañanero de Miss A dejaba "sin tocar")
Nuestros amigos reyes Miss A y Pecenete, pasaron 4 estupendos días con sus 4 noches en este hotel colmados de atenciones, servicio y profesionalidad, comodidad y lujo bien entendido, sin estridencias ni oropeles.
Este castillito de Villa Soro entra por la puerta grande en los lugares favoritos para cualquier momento de Doce Far Niente. El exigente sentido del buen gusto de la protagonista y su rey, ya están deseando volver a la conquista de la bella Vasconia, y enamorados han quedado de la belleza de Donosti.
Emplazamiento habitual desde ya y altamente recomendable para tod@s los amig@s de su reino.
Como todo cuentito, este también tiene su moraleja: a veces el brillo del cristal demasiado conocido ciega la posibilidad de conocer cristales desconocidos más brillantes y bellos.
Y colorín colorado este rollete se ha terminado.
... Antes de darle a "publicar", os invito a uno de los dulces de almendras que cada noche degustaban golosamente nuestra caprichosa Miss A y su apuesto Pecenete en Villa Soro de Donostia.
Y un ANEXO de cuento de hadas... Hay una persona muy especial para mi en México, este verano tuve el gran placer de contactar con ella por motivos muy especiales, Rous, del blog Llueve Diamantina. No os lo perdáis porque está lleno de sentido y sensibilidad.
Rous, sólo puedo decir bien alto GRACIAS, tu mención tan llena de cariño en tu directorio de blogs me ha emocionado mucho. Un verdadero placer tenerte.
Quizás contar un cuento sea un buen comienzo.
Érase una vez una reina caprichosa y su apuesto, valiente y complaciente marido, el rey Pecenete.
A la reina, Miss A, de mente dispersa y antojo fácil, se le ocurrió no hace mucho tiempo y en medio de una pertinaz época de lluvia, ir a pasar sus días de asueto al bello y lluvioso País del Norte o Vasconia.
El rey, generoso e inteligente a partes iguales, trató de disuadir a la reina con bonitas ofertas de paisajes playeros, sol, hamacas, bellos efebos surfistas de cabello ondeante y mesas repletas de manjares frescos y brebajes de colores y chispeantes burbujas... La reina, muy petarda, empeñada en la bella Vasconia, des-oyó (las licencias narrativas quedan permitidas desde ahora...) los consejos del paciente rey y allá se fueron, carretera, manta y paraguas, obnubilada como estaba por sus deseos de ver las más bellas creaciones de cristales hechas por su gran amiga, la Condesa de MatxiGlass, de la vecina Bilbao (objeto de otra narración más acorde con el tono necesario, no obstante, obnubilaos también AQUÍ con los cristales de MatxiGlass Design)
Después de días de lluvia, lluvia y lluvia, comida deliciosa, paseos, amigos y gatos (serán motivo de otros post o cuentos) nuestros monarcas sin corona favoritos, dieron con un castillo a su medida: Villa Soro, en la capital del reino vascuence del norte.
El hotel, un pequeño capricho montado por los hijos de la marquesa Gaytán de Ayala con exquisitas piezas del Exin Castillo, es declarada por méritos propios, como Patrimonio Histórico de la noble ciudad de San Sebastián.
Sin duda, un coqueto rincón para que nuestros amigos se refugien de tanta lluvia.
El rey y la reina son recibidos por una amable mozalbeta que les da la bienvenida con educada sobriedad, un mozalbete de edad avanzada... les conduce a sus aposentos mientras explica que tienen a su disposición los salones del castillito, las terrazas, el pequeño jardín y que, por supuesto, pueden tomar su desayuno en la habitación a la hora que deseen y con las viandas elegidas. También les hace saber que a las 20:00 horas, un pequeño ágape, cortesía de la familia, les será servido en el salón de la chimenea: frutos de ibérico y champagne helado. La reina no se puede poner más contenta...
Después de un breve paso por la habitación, nuestra parejita se fue a dar un paseo por la bella ciudad disfrutando de una oportuna tregua en el tiempo.
-"¡Cuánta belleza por metro cuadrado!" decía la reina.
-"Sí, querida", respondía amable el rey, "no sé porqué venimos tan poco por estos lares. Que buena idea tuviste al hacerme ver que, en nuestra lucha contra el gran enemigo solar, este país, Vasconia, es el mejor aliado... Gracias por tu inteligente y brillante idea, mi reina Miss A"
-"De nada, querido Pecenete, encantada de abrirte los ojos" respondió la reina sencilla y sin atisbo de soberbia...
Charla va charla viene, los reyes se dieron un largo paseo enamorándose de todo lo que veían por el bello país vasco: arboledas, paseos, barrios pintorescos llenos de tasquitas apetecibles... gente buena y encantadora que indicaban los mejores sitios para visitar y una gran playa dorada vacía digna de ser robada... La Concha...
Y como toda buena Concha, la Perla más preciada: Villa Soro, quizás uno de los castillos saboreados con más gusto por nuestra pareja de monarcas tan dados a los placeres más exquisitos en su Dolce Far Niente común.
Y tras el paseo y una cena de pintxos de los de engordar cuerpo y alma, el reposo
La habitación/aposentos no desmerecía nada nada de todo el conjunto "castellalicio". Amplia, cómoda, con la temperatura perfecta y el silencio deseado para el descanso y el relax de la neurona (justo ahí comenzó mi pereza mental hace ya unas semanas y aún sigue...)
La suavidad de la cama era tal que a la reina se le erizaba su delicada piel de la emoción.
De sueño ligero y fácil alteración era la reina, y esta cama, a prueba de guisantes de Andersen, hizo que descansara de tal manera que por las mañanas despertara a una hora prudente y con buen talante para tomar el delicioso desayuno que cada día subían a la hora convenida, ni un minuto antes ni un minuto después.
Humeante chocolate, cesta de panes y bollitos calientes, un surtido de mermeladas caseras, mantequilla en su punto perfecto para untar, zumo de naranja casero, una bandeja de frutas, yogurth y cereales... No, la reina no se tomaba todo eso, pero todo eso era el llamado desayuno Villa Soro a elección de la madrugadora Miss A (el rey consorte bajaba a desayunar al jardín y tras su carrera matutina explorando el país vascuence, se terminaba todo lo que el apetito mañanero de Miss A dejaba "sin tocar")
Nuestros amigos reyes Miss A y Pecenete, pasaron 4 estupendos días con sus 4 noches en este hotel colmados de atenciones, servicio y profesionalidad, comodidad y lujo bien entendido, sin estridencias ni oropeles.
Este castillito de Villa Soro entra por la puerta grande en los lugares favoritos para cualquier momento de Doce Far Niente. El exigente sentido del buen gusto de la protagonista y su rey, ya están deseando volver a la conquista de la bella Vasconia, y enamorados han quedado de la belleza de Donosti.
Emplazamiento habitual desde ya y altamente recomendable para tod@s los amig@s de su reino.
Como todo cuentito, este también tiene su moraleja: a veces el brillo del cristal demasiado conocido ciega la posibilidad de conocer cristales desconocidos más brillantes y bellos.
Y colorín colorado este rollete se ha terminado.
... Antes de darle a "publicar", os invito a uno de los dulces de almendras que cada noche degustaban golosamente nuestra caprichosa Miss A y su apuesto Pecenete en Villa Soro de Donostia.
Y un ANEXO de cuento de hadas... Hay una persona muy especial para mi en México, este verano tuve el gran placer de contactar con ella por motivos muy especiales, Rous, del blog Llueve Diamantina. No os lo perdáis porque está lleno de sentido y sensibilidad.
Rous, sólo puedo decir bien alto GRACIAS, tu mención tan llena de cariño en tu directorio de blogs me ha emocionado mucho. Un verdadero placer tenerte.